Oportunidad de un Cuaderno de Bioética sobre Ética en conflictos armados
El próximo volumen de los Cuadernos de Bioética del Colegio Médico se dedicará al tema de la ética médica en conflictos armados.
Parece innecesario explicar el motivo de realizar esta publicación en 2024: vivimos en un contexto internacional de guerra y conflicto armado en diferentes continentes. Algunas nos resultan más cercanas por afinidad cultural o por su presencia en los medios de comunicación, pero todas nos interpelan por la decisión expresa de destrucción del ser humano que cada una implica. Todas nos duelen, como seres humanos y especialmente como médicos.
¿Por qué afirmar la especificidad de nuestro dolor como médicos? Porque por vocación, formación y rol asignado por la sociedad, nuestro motivo de ser es la defensa de la vida y la salud humana.
La fidelidad a nuestra profesión implica enfrentar conflictos éticos derivados de lealtades en conflicto. Por un lado lo que la patria o como sea que se defina el bando al que pertenecemos, nos pida, y por otro la protección de cada ser humano, sin discriminación de ningún tipo.
Para guiar nuestra actuación existe normativa internacional (los Convenios de Ginebra) y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, de cumplimiento obligatorio, y también normas éticas emanadas de nuestras propias organizaciones, como el Código de Ética del Colegio Médico, también de cumplimiento obligatorio y las declaraciones y normas de la Asociación Médica Mundial, que no tienen fuerza de ley pero por las que igualmente debemos regirnos.
Los médicos y otro personal de salud que trabaja en forma voluntaria en organizaciones como la Cruz Roja Internacional o Médicos sin Fronteras, son, a priori, neutrales en los conflictos en medio de los cuales ejercen y sus decisiones tienen marcos de actuación claros, sobre todo derivados de los Convenios de Ginebra.
Los otros médicos y personal de salud, pueden verse envueltos en conflictos armados perteneciendo inevitablemente a uno u otro bando. En esa situación los dilemas éticos pueden ser más acuciantes, por la carga emocional que implica ser responsable de la atención de “amigos y enemigos”.
En 2014, durante la 65a Asamblea General de la Asociación Médica Mundial que tuvo lugar en Durban, Sudáfrica, se aprobaron los “Principios Éticos de Atención de Salud en Conflictos Armados y Otras Emergencias.” El primero de estos principios es el siguiente:
“Los principios éticos de la atención de salud no cambian en tiempos de conflictos armados y otras emergencias y son son los mismos principios éticos de atención de salud que en tiempos de paz.”
Nuestro Código de Ética Médica tiene un artículo similar (el art. 54): ” En caso de conflicto armado, incluida la lucha civil, (el médico) respetará los preceptos éticos mantenidos en este Código, obligandose además a las normas de derecho internacional humanitario.”
Esta obligación de mantener incambiados nuestros principios éticos, sea en tiempos de paz o de guerra, para los nuestros o para nuestros enemigos, no sólo puede enfrentarse a nuestros sentimientos, sino que en situaciones especiales, como la de médicos militares, por ejemplo, puede llegar a implicar desobedecer órdenes de priorizar a los propios sobre los ajenos, o de violar el deber de confidencialidad de la información obtenida de los pacientes.
Aunque las guerras actuales puedan parecer distantes geográficamente, no debemos olvidar que nuestro país nació de una revolución y que a lo largo de su corta historia hemos tenido guerras civiles, levantamientos armados y gobiernos militares. El tema, por lo tanto, no nos es ajeno. No lo es por nuestra historia como país y por nuestra vocación como protectores de la vida y la salud humana.
Esperamos que el próximo Cuaderno de Bioética sirva para que los colegas conozcan las normas éticas y legales vinculadas al tema, pero muy especialmente para que desencadene la reflexión sobre los motivos por los cuales se nos pide a los médicos que actuemos en forma diferente a la del resto de una sociedad envuelta en un conflicto armado. Porque esta diferencia deriva de la naturaleza misma de nuestra profesión.